Desde que empezó mi afición por conocer el tarot y estudiarlo he acumulado una buena cantidad de barajas de muy distintos estilos y tradiciones. Algunas son refinadas y tienen acabados en dorado y otras son sencillas y corrientes. Algunas contienen decenas de símbolos esotéricos y otras son depuradas y minimalistas. Algunas son tremendamente coloridas y otras son serias y aburridas. A todas ellas les he dedicado un tiempo de estudio y meditación considerable como para intentar conectar con su esencia más profunda. Y lo he intentado de veras. Lo prometo.
Sin embargo, cuando realizo lecturas de tarot es el Tarot de Marsella la baraja que más me inspira y con la que me siento más cómodo y seguro. Con ella, noto una gran conexión y tengo la sensación de estar en contacto con la verdadera esencia del tarot. Quizás con el resto de barajas no haya experimentado lo suficiente, o quizás no haya sentido esa necesaria conexión que yo necesito para usarlas en el trabajo esotérico, pero a día de hoy no las siento verdaderamente mías y por tanto, me cuesta centrarme en los mensajes que transmiten. Por eso, no todos los tarots son iguales, al menos no para mi.
Gracias por estar ahí.
Miguel
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